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Sapere Aude entonces?

“Persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene” (1): El mito es Ilustración y viceversa. Sapere Aude ha convertido el pensamiento en instrumento y el humano se ha “alieneado” a sí mismo tratando de dominar la naturaleza para alcanzar su verdadero y único objetivo: el destino.


La luz en exceso encandila, la mirada se obstruye, se intuyen las figuras y se dan pasos a ciegas. Creemos usar el lenguaje pero realmente este nos utiliza a nosotros; es una máquina que se retroalimenta y se autoperpetua. Creemos que somos más que la naturaleza pero formamos parte de ella. Caminos rectos, sin desvíos ni bifurcaciones. Estos no existen a no ser que hayan sido creados por nosotros mismos para alcanzar en el menor tiempo posible nuestro objetivo. “En el camino a la ciencia moderna los hombres han renunciado al sentido” (2), obviando los medios; rezando cuatro padres nuestros quedaremos libre de pecado. El verdadero destino de la modernidad no era otro que la autodestrucción.

Sin embargo, dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Gracias a nuestra capacidad del lenguaje, se establecen diálogos, discusiones y debates que suelen concluir con diversos cuestionamientos. No existe teoría sin consecuencia práctica, somos contexto y cuando en una parte del planeta se desayuna en la otra se duerme.


La dialéctica nos avisa de que no hay una única verdad, pero la “zona gris” nos aterra y no sabemos si es mejor tenerle miedo a la duda o a la certeza. De esta manera, intuimos que la Ilustración nació de la ingenuidad de nuestro yo-niño (3), buscando la explicación para combatir el miedo; el miedo a la oscuridad. “El hombre cree estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido”(4). Por el contrario, hoy sabemos que el miedo nos hace humanos y que debería de darnos más miedo el que no lo tiene. Control mental, discapacidad emocional, destrucción de la espontaneidad y rechazo de la ambigüedad: “La ésteril felicidad del conocimiento”(5). Estos son los ingredientes de la “gran máquina”: el Frankenstein hijo de la modernidad. El exterminio como paradigma, irrepresentable, inabarcable, desproporcionado; demasiado para nuestra capacidad de imaginación y emoción, es decir, hiperestesia. Sin embargo, aún sabiéndolo, no existe ninguna solución para que el monstruo no se despierte, aún duerme esperando el “beso de amor verdadero”. Todos somos hijos de la máquina (de Eichmann), la autonomía de las esferas y la deshumanización nos convierte en un engranaje más, la culpa nos es de nadie, pero es de todos.


El mito civilizatorio como base del progreso y por tanto, de la modernidad, nos convierte en una empresa eficazmente organizada. Dominamos la técnica y la producción nos sobrepasa. La cantidad de esta es proporcional a nuestra supuesta moralidad. Cuanto más trabajo, soy mejor persona. La obsolescencia programada, nuestro principal alimento y la sobreinformación, el colmo de la modernidad.


¿Qué pasaría entonces si volviéramos a Ilustrar la Ilustración mediante la dialéctica?

(1) Mito definido por la Real Academia Española. < http://dle.rae.es/?id=PQM1Wus|PQMf1C3 >

(2) ADORNO,H. Dialéctica de la Ilustración

(3) Término utilizado por el análisis transaccional y los estados del yo. Psicología humanista.

(4) ARENDT, H. Los hombres y el terror

(5)ADORNO, H. La dialéctica de la Ilustración

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